COMENTARIO: Economía china es suficientemente resistente para enfrentar guerra comercial
03-28-2018 15:17
BEIJING, 24 mar (Xinhua) -- La historia cuenta que las guerras comerciales son un juego perdido. Nadie se beneficia y todos terminan un poco golpeados.
A pesar del riesgo de provocar una guerra comercial, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó un memorándum ejecutivo que puede resultar en fuertes aranceles de hasta 60.000 millones de dólares a las importaciones de China, así como en restricciones a las inversiones chinas.
La acción unilateral es un táctica intimidatoria utilizada desde hace mucho tiempo por Washington, de cara a las disputas comerciales, que usa su estatus económico superior para forzar concesiones de sus socios.
La estrategia no es sabia, en especial en el mundo de hoy donde los intereses económicos y comerciales de todos los países están entrelazados. Si ocurre una guerra comercial, nadie sale ileso.
Algunos dicen que China se beneficia más en su comercio con Estados Unidos y que por ello China perdería más en una guerra comercial; otros argumentan que China perdería poco debido a su estatus como segunda mayor economía del mundo.
Ambos argumentos se equivocan por una sencilla razón: los lazos comerciales entre las dos principales economías del mundo son esencialmente recíprocos. Las estadísticas del Consejo Empresarial Estados Unidos-China muestran que la relación económica bilateral apoya casi 2,6 millones de empleos en Estados Unidos en una variedad de industrias, entre las cuales unos 104.000 empleos fueron creados por inversión china.
Hoy, los consumidores estadounidenses disfrutan de productos de bajo precio hechos en China, y las empresas chinas logran beneficios en Estados Unidos. La relación es de ganar-ganar.
Lo último que Beijing desea es una guerra comercial que eche a perder esta dinámica positiva. Pero si ocurre, la economía china es lo suficientemente resistente para controlarla.
Después de años de ajustes dolorosos, la economía china hoy día es menos dependiente del comercio exterior, y como la economía sigue expandiéndose y el crecimiento de la deuda del país desacelera, Beijing cuenta con un mayor espacio de política macroeconómica.
Mientras tanto, al profundizar las reformas domésticas, promover la reestructuración de la industria y diversificar sus mercados de exportación, China es capaz de convertir la crisis en una oportunidad para un mayor progreso económico.
Por ejemplo, en la guerra comercial de Japón con Estados Unidos en la década de 1980, las industrias japonesas se vieron obligadas a disminuir sus costos de producción y a promover la innovación tecnológica. Como resultado, las exportaciones del país reanudaron el crecimiento después de un breve periodo de estancamiento. China podría seguir el ejemplo de Japón si ocurre una guerra comercial declarada.
En la actualidad, la economía global está en medio de una recuperación delicada. Cualquier acción proteccionista o unilateral --como la adoptada por la administración Trump-- podría contener el ímpetu y amenazar el muy esperado regreso al crecimiento.
El comercio no es un juego de suma cero, algo de lo que Washington debe darse cuenta. De no ser así, todas las partes serán arrastradas hacia el abismo de un conflicto del que nadie surge como ganador.